¿Por qué asombro?

La maravilla y el asombro son catalizadores conocidos para cultivar el bienestar. En los momentos de asombro, agujereamos nuestro sentido de la realidad y sintonizamos con algo más grande. Saboreamos la libertad y la satisfacción, y un corazón abierto a la compasión, que nos ayuda a afrontar mejor tanto nuestros retos personales como los de nuestro mundo interconectado.

Al mismo tiempo, para un compromiso sano y significativo, aprendemos a reconocer los momentos de asombro sin desarrollar el hábito de aferrarnos a ellos y, si surgen de condiciones difíciles, sin alejarlos. En lugar de ello, tratamos de cultivar una conexión con la continuidad que está más allá de lo conceptual o momentáneo, que es la verdadera base de nuestra experiencia del asombro.

Lo hacemos adentrándonos en un camino, iniciando un viaje en el que podríamos encontrarnos con el asombro, predisponiéndonos a ese encuentro a través de un proceso contemplativo que incluye la escucha, la indagación, la meditación y las artes. Al abrirnos a la sabiduría de la conciencia del momento presente, surge un sentimiento de alegría y bondad que nos inspira a llevar una vida más sabia y plena.